El curso sigue un método en tres pasos: escuchar – cantar – jugar, que refuerza tanto el aspecto afectivo como el cognitivo según el nivel de desarrollo. La música se convierte en un medio de comunicación natural que fortalece el vínculo con la família, al mismo tiempo que desarrolla competencias musicales básicas mediante la imitación y patrones sencillos.

Durante esta etapa, la capacidad de aprendizaje y desarrollo cerebral es extraordinaria. Integrar la música desde tan temprano no solo mejora el sentido rítmico, la coordinación motriz y la audición, sino que también potencia la memoria, la creatividad, la integración social y la expresión emocional. También contribuye a ampliar las habilidades lingüísticas y la forma en que los niños se relacionan con el mundo.